Hno. Félix Arrondo Osés, de Arandigoyen, ha fallecido el día 31 de diciembre de 2013 en la fraternidad Padre Esteban.
Félix tenía 79 años de edad, 55 de vida religiosa y 51 de sacerdote.
El 1 de enero de 2014 será su entierro en nuestro panteón del cementerio de Pamplona y el funeral en nuestra iglesia de Extramuros

Hay muchos hermanos y hermanas, muchas personas de la familia y de tantos lugares que podrían y deberían escribir sus experiencias con Félix, ya sean religiosos o religiosas, capuchinas de claustro, de unas y otras congregaciones franciscanas y de otras espiritualidades. Con seglares, matrimonios, jóvenes y ancianos siempre tuvo una palabra de acogida, una sonrisa seria de amabilidad y unas palabras de misericordia.
Trabajador incansable (de maestro albañil y zarramplín), solidario con los pobres y mangurrinos que llegaban a Jaca con sus historias y sus heridas, para quedarse en el albergue, comer en la misma mesa de la fraternidad y con las mismas ganas de los novicios. Orante concentrado y organizado, al ritmo de la Palabra de Vida y de la Vida que el corazón le marcaba en profundidad y discernimiento. Maestro escuchante y acogedor, sencillo y paciente. Sencillo por dentro y profundo en sus orientaciones de la Regla y Constituciones, de la vida fraterna y del aporte generoso de las cualidades y energías... Cocinero dedicado y delicado, a quien le gustaba comer bien y disfrutaba viendo comer a los demás, con mandil en el cuerpo y con su sonrisa seria en todo.
Sus homilías bien preparadas y bien dichas, tenían el raro componente de sencillez, profundidad, espiritualidad y motivación personal.
Entre las etapas importantes de su vida se podrían señalar lugares y apasionadas entregas en Alsasua, Tudela, Jaca y Ecuador, manteniendo sus características de buen escuchante, confesor misericordioso, formador exigente, orientador silencioso y cercano, solidario con los pobres, fraterno no clerical, hermano, hermano hermano de todos y todas, excepto de los perros de techo Propio (Ambato - Ecuador).
Llegó a entender que la espiritualidad franciscana debería recuperar la minoridad en todo, en las cosas de casa, en las tareas insignificantes, en los trabajos manuales y pastorales, en el ministerio sacerdotal antipoder, en la acogida y escucha sin reloj y con sencillez, sensible con los pobres y solidario con las mujeres sufridas...menor en el Comité del Pueblo y en Techo Propio, como en Jaca o en cada lugar donde sus zapatos bien lustrados pisaban el lodo y polvo de los caminos marginales y los barrios suburbanos.
Pero quiero recordar un episodio muy profundo para mí: su fraterna cercanía en momentos importantes de mi vida y su sencilla cercanía para pedir consejo en episodios decisivos de su vida. Es algo digno de aprender y de aprehender...
Doy gracias a Dios por la vida, fe, sensibilidad, solidaridad, profundidad, sentido del humor, minoridad, fraternidad y seriedad interior consigo mismo y su vocación. Doy gracias a Dios.
Jesús García
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