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VOSOTROS SOIS MIS TESTIGOS

 

A todos los hermanos de la Provincia

con motivo de la celebración de la Pascua

 

Queridos hermanos: Paz y Bien

Después de un invierno tan lluvioso como el de este año, la naturaleza comienza a despertar y nos indica que llega un nuevo tiempo, el de la Pascua florida. Es tiempo de Resurrección.

Creer en la resurrección, es confiar en la vida otra vez. Es no rendirse a lo que nos anula o pretende oscurecer nuestro horizonte. Creer en la resurrección, es creer que la vida es más poderosa que lo que mata. Lo que mata la ilusión, las ganas de vivir, el deseo de compartir… La resurrección asegura la presencia del Maestro compartiendo nuestra vida. Y todos necesitamos sentirnos acompañados, sobre todo por una compañía que puede darnos sentido, confianza, amor y salvación.

Celebramos este tiempo de resurrección en el Año de la Fe. Desde los relatos evangélicos de este tiempo de Pascua somos conscientes de que la fe en Jesús, resucitado por el Padre, no brotó de manera natural y espontánea en el corazón de los discípulos. No fue fácil convertir en testigos a aquellas personas hundidas en el desconcierto y el miedo. Durante este tiempo pascual los textos evangélicos nos recordarán que, antes de encontrarse con ese Jesús lleno de vida, los evangelistas hablan de desorientación, de búsqueda en torno al sepulcro y de interrogantes e incertidumbres. Pero esos mismos relatos nos muestran que es Jesús quien regenera su fe. Con él no se sienten solos. Lo sienten lleno de vida en medio de ellos, al escuchar del resucitado esas palabras: "Paz a vosotros... ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?".

La fe en Cristo resucitado no nace tampoco hoy en nosotros de forma espontánea, sólo porque lo hemos escuchado desde siempre. Para abrirnos a la fe en la resurrección de Jesús, hemos de hacer nuestro propio recorrido. Al que vive hay que buscarlo donde hay vida. Al que vive no lo encontraremos en una fe estancada, gastada y comunicada a los demás a base de fórmulas vacías de experiencia, sino buscando una calidad nueva en nuestra relación con él y en nuestra identificación con su proyecto. Un Jesús apagado que no toca los corazones ni contagia su libertad, es un "Jesús muerto". No es el Cristo vivo, resucitado por el Padre. No es el que vive y hace vivir.

Para despertar su fe, Jesús no pide a sus seguidores que miremos su rostro, sino sus manos y sus pies. Que veamos sus heridas de crucificado. Que tengamos siempre ante nuestros ojos su amor entregado hasta la muerte. Para encontrarnos con él, hemos de recorrer el relato de los evangelios: descubrir esas manos que bendecían a los enfermos y acariciaban a los niños, esos pies cansados de caminar al encuentro de los más olvidados; descubrir sus heridas y su pasión. Es ese Jesús el que ahora vive resucitado por el Padre.

A pesar de verlos llenos de miedo y de dudas, Jesús confía en sus discípulos: "Vosotros sois testigos de esto" (Lc 24,48). No es cuestión de enseñar doctrinas sublimes, sino de contagiar su experiencia. No es cuestión de predicar grandes teorías sobre Cristo sino de irradiar su Espíritu. Esto hemos de hacerlo creíble con la vida, no solo con palabras. Cuando olvidamos la presencia viva de Jesús en medio de nosotros; cuando lo hacemos invisible con nuestros protagonismos y conflictos; cuando nos contagiamos unos a otros pesimismo e incredulidad... es difícil ser testigos.

San Francisco nos pide que sigamos fijándonos en Jesús. “Miremos atentamente todos los hermanos al Buen Pastor, que por salvar a sus ovejas soportó la pasión de la cruz” (Adm 6,1). La espiritualidad franciscana está marcada por la cruz, pero una cruz que, al mismo tiempo, significa resurrección, tal como lo refleja el Cristo de San Damián.

Resucitemos en este tiempo pascual de alguna manera, es decir, volvamos a re-suscitar en nosotros la esperanza, la confianza, la alegría, la vida eterna, y anunciémoslo a este mundo.

Que la paz y la alegría del Señor Resucitado estén presentes en vosotros y en las fraternidades en este tiempo.

Un saludo fraterno

 

Madrid 31 de marzo de 2013

 

Hno. Benjamín Echevrría

Ministro Provincial de España

 

 

 

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