Carta de Cuaresma 2013
BUSCADORES DE DIOS
Queridos hermanos: Paz y Bien
La Cuaresma está configurada para que nosotros demos un nuevo vigor a nuestra fe, a nuestra conducta y a nuestra misión. Por eso, más que un residuo de prácticas ascéticas de otros tiempos, que poco a poco vamos dejando, es una experiencia que hemos de actualizar de manera creativa a nivel personal y en nuestras fraternidades respondiendo a las llamadas de Dios en nuestros días. “Conviértete y cree en el Evangelio” es la invitación que escuchamos, un año más, al comienzo de la misma.
El gran riesgo de los cristianos ha sido siempre pretender serlo sin seguir a Jesús. La cuaresma nos ha de ayudar a dar contenido concreto a ese seguimiento. Como afirma J.A. Pagola, “hemos de aprender a creer lo que Jesús creyó, defender la causa que él defendió, acercarnos a los que sufren como se acercaba él, confiar en el Padre como él confiaba, contagiar esperanza como la contagiaba él”.
En este día en que los medios de comunicación han lanzado la noticia de la renuncia de Benedicto XVI, recuerdo que él nos definió a los religiosos como “Buscadores de Dios”. “Buscáis a Dios en los hermanos que os ha dado, con los cuales compartís la misma vida y misión. Lo buscáis en los hombres y en las mujeres de nuestro tiempo, a los que sois enviados para ofrecerles, con la vida y la palabra, el don del Evangelio. Lo buscáis particularmente en los pobres, primeros destinatarios de la Buena Noticia. Lo buscáis en la Iglesia, donde el Señor se hace presente, sobre todo en la Eucaristía y en los demás sacramentos, y en su Palabra, que es camino primordial para la búsqueda de Dios…” Discurso a los Superiores y Superioras generales , 26 noviembre 2010)
Como buscadores y seguidores de Jesús no sólo tenemos que ser creyentes, sino creíbles, testigos de una fe adulta. De esa fe que se vive y se expresa como confianza, como forma de situarnos ante uno mismo, ante los demás, ante el mundo y ante Dios. Hemos de ser testigos de que la fe consiste en mirar la vida y la historia a través de los ojos de Dios; testigos de que nuestra fe se nutre de la escucha.
La fe implica que es posible vivir, sentir, actuar de manera diferente. Creer que es posible cambiar y ser una criatura nueva, que es posible ponerse en camino y comenzar una búsqueda. El evangelio nos habla del poder de la fe que, aunque pequeña como un grano de mostaza, es capaz de mover montañas.
En este Año de la Fe, hemos de volver al autor de nuestra fe, el único que puede regenerar nuestra fe débil y vacilante.
En el tiempo de cuaresma volvemos a insistir en la oración, el ayuno y la limosna, porque la tradición cristiana nunca ha olvidado que todo ello alcanza su verdadero sentido en la práctica del amor solidario al que sufre. No es suficiente despertar en nosotros sentimientos de generosidad. Tenemos que hacer un desplazamiento hacia una vida más sobria para poder compartir lo que tenemos y no necesitamos con aquellos que lo necesitan. La cuaresma nos ha de ayudar a encontrar nuestro lugar junto a las personas y a establecer con ellas lazos de amistad solidaria.
Ojala que en nuestras fraternidades seamos capaces de dar pequeños pasos concretos y reales que muestran que somos capaces de renunciar a nuestro nivel actual de bienestar para poder reorientar nuestros recursos hacia las personas más golpeadas por la vida.
Vigo, 11 de febrero de 2013
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