MIRANDO HACIA ADELANTE

A todos los hermanos,
con motivo de la celebración de la Madre del Buen Pastor
Queridos hermanos: Paz y Bien
No siempre tenemos el tiempo que desearíamos tener para estar tranquilos, para leer, orar, reflexionar y proyectar nuestra vida, la de la fraternidad y la de la Provincia con la suficiente serenidad. Cada día tiene su fatiga y no es fácil escapar de ella.
Durante los primeros días de Pascua me he acercado a la obra de Pablo D´Ors y la lectura del libro “El Olvido de sí mismo”, sobre la figura de Charles de Foucauld, me sirve como punto de partida y de inspiración para ofreceros esta sencilla motivación con motivo de la celebración del día de la Provincia, día de nuestra Madre del Buen Pastor.
Pablo D´Ors pone en boca de Carlos de Foucauld esta convicción y experiencia: “Durante los años de mi juventud me torturé cavilando sobre si tenía o no vocación y sobre si, de tenerla, cuál podía ser. La vocación, en sentido estricto, sin embargo, no es algo que se tenga; es más bien ella la que nos tiene a nosotros. No es posible saber qué quiere Dios de cada uno sólo mirando hacia atrás, sino sobre todo hacia delante: la propia vocación, en rigor, sólo se conoce al término de nuestra biografía. Al comienzo solo hay un germen que puede adquirir las formas más diversas, una semilla que puede abortarse o prosperar. Todos suelen tener una idea retrospectiva de la vocación: pero lo cierto es que la llamada de Dios no está tanto en el pasado como en el porvenir”[1].
Estamos llamados a seguir mirando hacia delante para mantener viva nuestra vocación. La experiencia creyente nos recuerda ya en la misma Palabra de Dios que el mirar hacia atrás no suele dar buenos resultados. Nos paraliza, nos impide hacer realidad esos sueños que tenemos a nivel personal y como fraternidad. La experiencia pascual nos invita a reorientar nuestra mirada. Son precisamente los sueños, los ideales, las inquietudes de los hermanos las que han hecho avanzar a la fraternidad, cuando esas iniciativas personales han sido asumidas por los demás. Por eso no es de extrañar que en este año de la Vida Consagrada miremos con agradecimiento al pasado, tratemos de vivir el presente con pasión y miremos al futuro con esperanza.
En esa dinámica de agradecimiento, pasión y esperanza, creo yo que también se situó Fray Isidoro de Sevilla para acercar la figura de María al pueblo sencillo. A través de la devoción a la Divina Pastora, quiso acercar el evangelio al pueblo llano mostrando la sencillez y la humildad de la Virgen, que cuida de sus hijos como Pastora del rebaño de Cristo.
Si algo valora la gente que comparte su fe en torno a nuestras presencias es la sencillez del mensaje y los gestos que somos capaces de ofrecer. Esa sencillez el Papa Francisco la resume en la expresión tan famosa del “olor a oveja”. Los frailes olemos a oveja , no a “chotina”, cuando somos capaces de mezclarnos con la gente. Cuando las puertas de nuestras fraternidades están abiertas para acoger y para salir y nuestros oídos abiertos para la escucha. Cuando tomamos decisiones concretas para que nuestros bienes tengan una finalidad social…
Lo mejor que sabemos hacer los hermanos capuchinos es acompañar. Esto es estar o recorrer el camino con otros. Y en ese recorrido entra de lleno el diálogo, la comunicación, el hablar, lo cual supone apertura a la otra persona y reconocimiento de todo lo bueno que hay en ella como criatura de Dios. El diálogo implica siempre colaboración, aunque no sean de los nuestros y nos lleva a caer en la cuenta de que la fe es propuesta y nunca imposición.
Esta tarea de acompañamiento, que ha marcado nuestra “cercanía al pueblo”, como Capuchinos la hemos realizado principalmente en torno al sacramento de la reconciliación y al ministerio de la predicación. Han sido los lugares en los que nos hemos situado para favorecer el encuentro de la gente con Dios. Dios es acogida, deseo de encuentro con el ser humano, es misericordia. Sigue siendo nuestra tarea, desde estos lugares o desde otros: acercar a Dios, traer a las personas a Dios. Porque la cercanía de Dios es siempre capaz de trasformar la vida de toda persona.
Madrid, 20 de abril de 2015

[1] Pablo D´Ors, El Olvido de Sí. Editorial Pre-Textos. p. 99
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