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SEGUIR LAS HUELLAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
(2Pe 1,21)

Un año más se acerca la fiesta de nuestro padre San Francisco. Este año la vivimos desde el recuerdo de ese Francisco peregrino hacia Santiago que nos ha llevado a contemplarlo como un hombre de caminos y en camino. Por otro lado, la declaración del próximo año 2015 como Año de la Vida Consagrada nos lleva a tomar conciencia de lo que estamos llamados a vivir y a comunicar a los demás, de todo lo que podemos aportar a nuestra sociedad desde nuestra forma de vida y espiritualidad franciscanas.
Al comenzar a escribir esta sencilla carta con motivo de la celebración del día de San Francisco recordé ese simpático relato que cuenta que en un día Francisco le dijo a Fr. León: “Fr. León, ¿qué cosa en particular te ha permitido descubrir a Dios en tu vida?”. En un primer momento León no quiso responder, pero Francisco insistió y así, finalmente, León respondió: “¡Bien, si tu supieras… por gracia de Dios nací perezoso y, como era perezoso, descubrí a Dios! Si hubiese sido como mis hermanos y hermanas que son muy trabajadores o llenos de iniciativas hubiese tenido mucho éxito y hubiese hecho mucho dinero. Pero, por el contrario no, me gustaba caminar por los campos y mirar las flores y escuchar a los pájaros. De noche me subía al tejado de la casa de mi padre para observar las estrellas y los planetas. Me preguntaba de dónde podía venir tanta belleza. Al principio fue sólo curiosidad, pero luego se convirtió en un ardoroso deseo de conocer la fuente de toda la Belleza y de toda la Bondad. Y ha sido así como, siendo perezoso, he descubierto a Dios”.
Tal vez sea éste uno de los retos que tenemos a nivel personal y como familia: crear o aprovechar esos cauces para conocer a Dios y para darlo a conocer.
Somos muy conscientes de que vivimos en un mundo en el que se está produciendo un cambio socio-cultural sin precedentes. Los nuestros, como habrán sido otros a lo largo de la historia, también son unos tiempos decisivos para la fe. Al recordar a Francisco y el tiempo en el que vivió, lo vemos como un incansable buscador. Toda su vida ha estado marcada por la búsqueda. Nunca vivió como quien ya ha llegado a la meta, como quien tiene todo hecho, sino como quien está en camino. Él no quiso buscar nada al margen de la Iglesia, sino dentro de ella. También hoy como Iglesia necesitamos una conversión sin precedentes, un corazón nuevo para vivir y comunicar la Buena Notica de Jesús con más verdad y más fidelidad a su persona, a su mensaje y a su proyecto de Reino de Dios.
El actual Papa ha sacudido la conciencia de una Iglesia a la que ve cerrada en sí misma, paralizada por los miedos y demasiado alejada de los problemas y sufrimientos de la gente. Él insiste en impulsar una nueva etapa evangelizadora marcada por la Alegría del Evangelio y la conversión a Jesucristo. Volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio y volver a Jesucristo nos ayuda a romper los esquemas en los que pretendemos encorsetar a Jesús y al Evangelio y nos abre a una mayor creatividad (EG11).
El Evangelio es mucho más que un mensaje verbal. Por un lado nos acerca a conocer mejor a la persona de Jesús y, por otro, reconocemos que sus páginas contienen esas palabras que son espíritu y vida (Jn 6,64).
En el Evangelio, las invitaciones de Jesús son siempre formuladas en términos de seguimiento. Seguir las huellas de Jesús fue la gran obsesión de Francisco. Eso le condujo a una forma especial de vida, la manera de vivir al estilo del Evangelio. No se equivocaba: creía que poniendo sus pies en las huellas de Jesús, siguiendo su rastro, andando sus mismos senderos, lograría ser como Él, sentir como Él, vivir como Él, amar como Él.
Para Francisco seguir las huellas no es algo teórico o que se pueda hacer al margen de la realidad, de la vida. Seguir las huellas es vivir como Jesús mismo vivió. En la carta al hermano León, de forma muy entrañable y cercana, le dice Francisco: “Compórtate, con la bendición de Dios y mi obediencia, como mejor te parezca que agradas al Señor Dios y sigues sus huellas y pobreza”. Quien hace eso, está en la línea del Evangelio y del franciscanismo más genuino.
Los tiempos cambian, la historia no se para, las instituciones humanas envejecen y vuelven a ensayarse otras, pero el Evangelio de Cristo sigue siendo el mismo, con su constante novedad. Que el ejemplo de Francisco te ayude en este año a hacer de tu persona un evangelio viviente, cualquiera que sea tu tarea y el entorno social en el que vivas.
 
Madrid, 26 de septiembre de 2014
 
Benjamín Echeverría
ministro provincial

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